Repartidores de comida municipales siguen luchando por reformas, pese a nuevo salario mínimo

Defensores y repartidores afirman que aún queda mucho por hacer en su sector, como abordar el problema de las propinas, los “lockouts“ que son bloqueos de las aplicaciones que no permiten el acceso, y la transparencia en los horarios y las estructuras salariales.

Repartidores durante una reciente protesta en demanda de un arreglo del salario mínimo del reparto en la ciudad de Nueva York. (Justice for App Workers)

Este artículo se publicó originalmente en inglés el 15 de abril. Traducido por Daniel Parra. Read the English version here.

Tras un largo viaje desde Guinea, Mamadou (seudónimo) llegó a Nueva York en noviembre de 2023. Vivió en refugios en Manhattan, Brooklyn y el Bronx. Desde hace ocho meses trabaja como repartidor de comida. 

Después de solicitar asilo, Mamadou tuvo que esperar 180 días para obtener la autorización de empleo. En cuanto la recibió, junto con su número de seguridad social, empezó a alquilar una bicicleta para trabajar repartiendo comida en restaurantes locales usando aplicaciones.

El trabajo de repartidor ha atraído a muchos inmigrantes recién llegados y solicitantes de asilo, así como muchos otros inmigrantes clase trabajadora en el pasado debido a las pocas barreras de acceso a este sector. Para los inmigrantes africanos sin hogar, como Mamadou, también supone una salida de los albergues para personas sin hogar, a menudo abarrotados, donde los inmigrantes se han enfrentado en los últimos años a plazos de estadía de 30 y 60 días

“No es fácil conseguir trabajo en Nueva York: tienes que tener experiencia”, dijo Mamadou, quien pidió que no se utilizara su nombre real por miedo a represalias de las aplicaciones de reparto y a poner en peligro su solicitud de asilo. “Te van a preguntar muchas cosas para conseguir un trabajo”.

Mientras esperaba la llegada de su permiso de trabajo, Mamadou, quien habla francés, tomó clases de inglés.

“Pero no se pueden mezclar dos cosas”, dice refiriéndose a la dificultad de trabajar y estudiar al mismo tiempo. Y le resultaba difícil conocer su horario semana a semana. “No puedes controlar lo que te va a tocar, así que dejé los estudios”.

En 2024, la ciudad promulgó una nueva fórmula para garantizar que los repartidores de comida que usan aplicaciones ganaran un salario mínimo de $17.96 dólares la hora. Pero las plataformas de aplicaciones de reparto se han resistido ferozmente a los cambios, demandando y perdiendo, entre otras tácticas, según afirman trabajadores y defensores. 

Otras medidas que iniciaron fue ofrecer únicamente horarios de trabajo por orden de llegada cada semana, movieron la opción de propina al último paso de la transacción, cambiaron la forma de calcular los salarios, desactivaron cuentas de trabajadores sin previo aviso y con “lockouts“ bloquearon el acceso de los trabajadores a las aplicaciones de reparto.

El 1 de abril entró en vigor el nuevo salario mínimo para los repartidores de restaurantes a través de aplicaciones. El último aumento a $21.44 dólares refleja la fase final del plan de la ciudad para aumentar los salarios de los repartidores, que incluía un ajuste por inflación del 7.41 por ciento.

Aunque el aumento es una de las varias batallas que han ganado los repartidores para mejorar las condiciones de trabajo y los salarios tras la pandemia, los trabajadores y los defensores de sus derechos afirman que siguen luchando por transparencia tanto en los salarios como en los “bloqueos”, en los que las empresas impiden el acceso a la aplicación durante determinadas horas, algo que los trabajadores sospechan pretende reducir el número de horas por las que tienen que cobrar el salario mínimo.

Si bien Mamadou no ha tenido ningún problema con los bloqueos, dice que muchos de sus amigos sí. 

Donde sí ha tenido problemas es el cambio en la propina al final del pedido. “No dan al cliente la oportunidad de darnos propina [inmediatamente]”, dice, y explica que los repartidores no pueden ver cuánto pueden ganar en propinas hasta que ya han hecho la entrega. Esto presiona a los trabajadores para que tomen los pedidos según van llegando. “Si no lo coges, puede que les caigas mal [a las aplicaciones]”, añadió.

La semana pasada, por ejemplo, ganó apenas $5 dólares por una entrega entre la calle 14, en el East Village, y la calle 44, en Times Square.

El 9 de abril, miembros de la coalición Justice For App Workers y trabajadores de aplicaciones realizaron una caravana de protesta en Elmhurst para exigir un cambio en la ley de salario mínimo de Nueva York y la eliminación de los bloqueos.

Nicki Morris, portavoz de Justice for App Workers, afirma que los bloqueos para acceder a las aplicaciones han anulado básicamente cualquier beneficio del aumento salarial, porque no poder acceder a la aplicación es lo mismo que no poder trabajar.

Defensores y repartidores afirmaron que las aplicaciones han limitado las horas en que los trabajadores pueden entrar en servicio, obligando a los más de 60.000 repartidores a competir y aceptar los pedidos que llegan cuando pueden conectarse a las plataformas.

Uber, DoorDash y Relay, varias de las principales empresas de aplicaciones que operan en la ciudad de Nueva York, no respondieron a las solicitudes de comentarios.

Gabriel Montero, director de desarrollo y comunicaciones de Worker’s Justice Project, un grupo de defensa de los trabajadores al frente de la organización de repartidores Los Deliveristas Unidos, dijo que las empresas de apliacaciones han “creado nuevas y opacas estructuras de horarios y salarios que intensifican la competencia, bloqueando a los trabajadores para que [libremente] reserven turnos”.

Si bien los repartidores han aumentado su salario con las nuevas normas de salario mínimo, como parte de esta, las empresas de aplicaciones pueden elegir pagar a los trabajadores ahora en función de las horas individuales trabajadas o de las horas acumuladas por todos los repartidores. Según el Departamento de Protección al Consumidor y al Trabajador de la ciudad, la agencia encargada de hacer cumplir las leyes de salario mínimo, ambos métodos están “diseñados para que los trabajadores, en promedio, sean pagados por encima o sobre la tasa de pago mínimo cuando se calcula sobre todas las horas de trabajo”.

Sin embargo, las empresas de aplicaciones no están obligadas a decir a los trabajadores por adelantado si su salario se calculará utilizando el método estándar o el método alternativo, lo que deja a los trabajadores en la incertidumbre sobre cuánto se les pagará.

Algunas de las demandas de los defensores han sido escuchadas por el Concejo de la ciudad, que ha presentado el proyecto de ley Intro 859, que exige a las empresas de aplicaciones que revelen el método que “prevén utilizar para calcular el salario de los trabajadores de reparto de comida al comienzo de cada periodo de pago”, según el resumen del proyecto de ley.

Otros proyectos de ley, como Intro 738, regresarían la opción de propina al momento de hacer un pedido o antes. 

Para Mamadou, cada dólar ha contado mientras trabajaba para costearse una vivienda. “Ahora mismo, voy a ganar algo de dinero para salir del refugio y tener un lugar donde vivir”, recordaba que se decía a sí mismo hace más de cuatro meses. Desde entonces, él y varios amigos más han conseguido alquilar un apartamento con la ayuda económica de un neoyorquino que le ofreció trabajos ocasionales y los ahorros de sus amigos.

Repartir comida, junto con otros trabajos esporádicos, le ha permitido sobrevivir hasta ahora, afirma Mamadou.

“A veces no puedes comer bien, pero tienes que pagar el alquiler”, dice. “No hay manera [de evitarlo]. Puedes controlar tu estómago, sí. Pero no puedes controlar al dueño de tu casa”. 

Defensores y repartidores como Mamadou afirman que aún queda mucho por hacer en su sector, como abordar el salario mínimo y las propinas, los bloqueos y la transparencia en los horarios, así como estructuras salariales que permitan a los repartidores recuperar cierto control sobre sus vidas y su salud.

“Estamos mal pagados, infravalorados”, afirma Mamadou. “El aumento es útil, pero no puede resolver el problema”.

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